top of page

Reflexión: Una mujer que escribe

Ser una “mujer que escribe”, desde mi identidad, es complejo.


Fotos por: Stephanie Rojas


Vivo con el recuerdo recurrente del primer intento de escribir. Estaba en un espacio amplio para mi tamaño, rodeada de un líquido viscoso donde el silencio parecía estar atrapado a la espera de ser apalabrado. Observé como, poco a poco, los dedos de las manos dejaban de estar palmeados. Luego, como por instinto, con el dedo índice comencé a trazar. De pronto, el olor a madera seca de un lápiz recién afilado por un sacapuntas detuvo mi inspiración. Desperté, ¿o nací?


Acuño el término “mujer que escribe”, porque nunca me he considerado una escritora. Creo que es un título grande, muy grande, incluso para mis imaginarios. Pero si debo apalabrar cómo fue adquirir ese título, diría que fue una noche, cuando salía de una lectura de cuentos acompañada por mis hijos (en ese entonces pequeños). Mientras los montaba en el carro, mi primer editor se acercó y me dijo sobre su interés en publicar mis textos. “¡Mami, eres escritora!”, y si ellos lo dicen pues lo soy.


Ser una “mujer que escribe”, desde mi identidad, es complejo. Ciertamente, el oficio de una escritora negra lleva un propósito y un compromiso con nuestra comunidad mucho más extenso que el de nuestras pares no negras en el mismo espacio. La complejidad de escribir desde y de nuestras pieles en una comunidad donde predomina la narrativa de las personas no negras es visto como un acto de rebeldía e insubordinación. Esperan que nuestras letras siempre estén plagadas de una alegría inventada por ellas y que minimicemos el sufrimiento de nuestras ancestras. Escribir del secuestro distinto a como las escritoras no negras quieren narrarlo es considerado una utopía. La complejidad también estriba en el querer atemperar la narrativa con experiencias actuales, que el tema este centrado en la realidad que nos aqueja, pero que no sea visto como que nos distanciamos de lo que es la historia.  Dentro de esa complejidad existo yo. 


Mi narrativa siempre pretende visibilizarnos desde un espacio sanador, empoderado y desde una perspectiva reparativa. La identidad que estoy segura de que mis ascendentes esperan que escriba es aquella que narra la posibilidad, el intento y el resultado de su lucha. Que lleve una mirada presente, real. Adentrarnos a espacios literarios que hablen del “presente-futuro” de las letras y experiencia negra. 


¿Quién es Esther M Andrade? es la pregunta siempre presente una vez tomo el lápiz y comienzo a trazar desde el espacio amplio que otras “mujeres negras que escriben” allanaron para mí. Con el lápiz bien afilado trazo: Nací. 

Comments


bottom of page