Por: Alondra Avilés
El Río Grande de Loíza se alarga en la voz de Julia gracias al ímpetu de su voz. En su ritmo, la suavidad y la intensidad se mezclan reflejando el “llanto grande” que derramó por nuestro pueblo esclavizado. Creo que ella volvería a llorar hoy. El recuento de su vida a través del caudal del río se siente casi como una invocación de sí misma. Desde el sonido de su voz parece que soy yo quien la invoca y es entonces que soy yo la que deseo sentir como mío aquel río del cual ella bebió.
¿Alguna vez te has preguntado cómo se escucha la agonía? Pues Julia la narró como “un dolor sentado más allá de la muerte”, pero con un ritmo “simple y alargado”. Escuchar “La íntima agonía” es esperar y en la espera parece que el poema no terminará al igual que su agonía. ¿Cómo un corazón tan abierto puede ser tan mudo que ni sea capaz de oírse?
Entonces con su voz detenida en un amanecer canta su soledad y duelo. Entre la desesperación, el silencio y las heridas de un amor truncado declama la complejidad de sentir. Sin embargo, lo resume solamente a la verdad sencilla de amar.
Las Grabaciones rescatadas de Julia de Burgos en su propia voz del Archivo Digital del Instituto de Cultura Puertorriqueña son un regalo. Escuchar su voz le brinda un poder especial a sus poemas. Les invitamos a abrazar esta experiencia desde la importancia que nuestra Julia significa para nosotres como afrodescendientes.
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